Un excesivo afán de protección ha provocado que los más pequeños se hayan acostumbrado a leer libros que únicamente tienen finales felices. Este fenómeno se denomina trivialización literaria y está propiciando la formación de individuos vulnerables frente a los avatares de la vida. «Las historias que acaban mal han pasado a ser inadecuadas para los niños». Debemos plantear las dos posibilidades y cumplir con la misión pedagógica de los libros. Hay cuentos como la caperucita que fueron modificados para salvar a protagonista del malvado lobo.
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