No me gusta llegar tarde a los sitios; es de cantamañanas. Ni siquiera llegar puntual; es de perturbados. Los tipos sin atributos, para estar tranquilos, necesitamos aparecer con media hora de adelanto. Siempre pensamos que nos vamos a perder, o que nuestro reloj atrasa, o que no hemos bebido bastante para hacer frente a ciertas citas. Ni que decir tiene que los individuos así, convencidos de que la desgracia está al caer, llevamos mal la impuntualidad ajena.
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