El dolor de los demás no es razón suficiente para amargarse la vida y amargársela al resto. Paliar aquel dolor no depende de generar mayor amargura; la solución pasa por elaborar nuevas estrategias de innovación y cambios de opinión que activen el quórum necesario para efectuar el trasplante. El propósito de cambiar el mundo no pasa por estigmatizar a la otra mitad y repartir, como los virus en un organismo, las agresiones y el mal humor. ¿Tan difícil es aceptar que la felicidad de los demás pasa por no tener derecho uno mismo a ser infeliz?
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