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Un pulso diario a la muerte

“Usted padece el síndrome de Cowden”. Aquel diagnóstico terminó con el José Francisco de entonces. Esas palabras suponían dejar su trabajo como comercial y despedirse del judo, de la pesca y, sobre todo, de su deporte preferido: el tiro, con el que había ganado decenas de premios nacionales e internacionales. Todo ello para enfrentarse a una enfermedad extraña a él pero con la que había convivido desde siempre. “Es genética, estaba ahí, pero no se había desarrollado”, explica. En poco tiempo miles de tumores se adueñaron de su cuerpo

| etiquetas: sindrome de cowden , muerte

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