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El puente aéreo de las fracturas

Aino caminaba tranquilamente por una helada Helsinki cuando sufrió una caída tonta. El resultado no fue tan baladí. La finlandesa se había roto un brazo. Ni el dolor ni los ruegos de la mujer impidieron una frustrante respuesta en uno de los hospitales de la capital. No la operarían antes de 10 días. No es oro todo lo que reluce en el país con mayor calidad de vida del mundo, según el prestigioso índice Legatum. Ni en la mayor parte de Europa. Aino no se lo pensó. Cogió un avión y se plantó en España.

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