"Ya no me salen más lágrimas, las he tirado todas”. Ernesto Paso se ha forjado una coraza de aparente frialdad bajo la que trata de resistir las embestidas que le ha dado la vida en los últimos ocho años, desde que le detectaran una leucemia aguda. Una orden de desahucio amenaza ahora con dejarlo en la calle con 32 años, una pensión de 460 euros y una discapacidad del 55% derivada de un accidente laboral que se produjo después de que le dieran el alta de forma prematura cuando aún recibía tratamiento de quimioterapia.
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