Diógenes se metió en una tina a pensar y dejó planteamientos geniales para la posteridad. Hoy se puede sustituir aquel lugar por un café agradable e intentar llegar a conclusiones donde la inercia del pensamiento no alcanza. “Necesitamos recuperar la figura de Diógenes”, dice Román. “Faltan bufones que nos hagan pensar”.
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