Cuando estábamos en la caverna pasaba una hembra cerca y nos entraba el impulso, la poníamos a cuatro patas y se la metíamos. Bueno, si no estaba el macho dominante cerca. Si el macho dominante andaba por allí venía corriendo en plan agresivo haciendo aspavientos y nos daba unos cuantos sopapos y la montaba primero. Que para algo era el macho dominante. Y uno no tenía más remedio que esperar su turno. Si es que llegaba. Esta escena pertenece al pasado remoto. Pero. Ha quedado como fantasía en el cerebro colectivo (un concepto que me acabo de..
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