Cuando leía las críticas cinematográficas del señor Boyero en distintos periódicos y revistas especializadas de este país sorprendente, gran parte del público creía que iban en serio. Nadie podía imaginar que era un juego. Nadie, hasta hoy, sabía que la de “Boyero” era una identidad artística, inventada como parte de un proyecto de arte contemporáneo que por fin se revela como tal. "Al principio temíamos que nos pillasen enseguida por estar nuestras críticas desprovistas del menor sentido"
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