Imagino que como, muchos de vosotros, mis fuentes de información no son exclusivamente la de los medios que me autoafirman en mi sesgo cognitivo, (deseo no equivocarme, que espero mucho de vosotros).
En un amplio abanico de medios digitales que suelo entrar, para determinar el pulso emocional del colectivo al que pertenecemos, he creído detectar una invariante. Hay un intenso debate por ganar el relato de cómo se están tomando las decisiones sobre la pandemia entre ambos grupos de supporters, que podríamos clasificar de manera gruesa, con sus matices, diferencias y peculiaridades, en dos grandes grupos: conservadores y progresistas.
Me considero progresista en multitud de aspectos aunque, en otros, no comulgo para nada con el discurso empaquetado y oficial de aquellos que tienen más posibilidades de poder representarme.
Hago esta aclaración puesto que la mayoría, que pueda o no participar en esta propuesta, no se va a tomar la molestia de mirar el historial de mis comentarios y deducir hasta que grado soy un sectario de grado extremo, importante, intermedio o bajo del grupo en el que me he autoclasificado: los progresistas.
Creo que tratar de discriminar entre los errores y los aciertos sin tirar de ideario o ideología es un sano ejercicio para la salud mental para comprender a los que no piensan como nosotros. Además, puede ser extraordinariamente enriquecedor para uno mismo mostrar públicamente los aciertos de aquellos representantes políticos a los que generalmente siempre criticamos. Por eso me gustaría empezar por mí.
Hace unos meses fui extremadamente beligerante con José Luís Martínez Almeida, actual alcalde de Madrid, por su, a mi parecer, nefasta política de regresión en las medidas anticontaminación de la capital de España. Sólo hay que ver este artículo que escribí hace unos meses: www.meneame.net/story/propongo-crowdfunding-denunciar-actual-alcalde-m para entender de lo que hablo.
No comprendía una actitud tan cerril, tan sectaria y tan cabrona. Ahora, con el paso de los meses y con la situación que estamos viviendo, empiezo a entenderlo mejor, precisamente porque he tratado de ponerme en su pellejo. Pero no abordándolo desde una visión como miembro individual aislado sino desde el punto de vista de ser integrante unitario del colectivo político al que pertenece, es decir, como persona sometida a la férrea disciplina del discurso oficialista de su partido y engranaje de la máquina que pretende ganar unas elecciones.
Mi actitud hacia él ha cambiado y lo afirmo sin pudor.
Sigo pensando que es un soberbio y que, probablemente, no le votaría nunca pero creo que sus intervenciones están siendo sensatas, equilibradas, ponderadas, tranquilizadoras y, lo que es más importante, balsámicas, pues ver su cara de preocupación, su aspecto de estar con una tremenda carga de trabajo no lo ha, aparentemente, desbordado. Está manteniendo el tipo en situación tan adversa y eso es un termómetro de la madera de la que pueda estar hecho.
A mí, personalmente, me tranquiliza saber que una persona, que siempre consideré extraordinariamente preparada pero tremendamente soberbio, ha sabido comprender la situación a la que nos enfrentamos y cuáles son las verdaderas prioridades en esta puta guerra contra un enemigo implacable, invisible y mucho más hijo de puta de lo que pueda ser él. Ha sabido graduar el tempo a la hora de suministrar la información o cómo se pueden llevar a cabo la implementación de las mejores medidas para solucionar el inmenso problema que tenemos característica indispensable a la hora de sedar al intranquilo.
Su manera de actuar, de explicarse, de erigirse en alcalde representante de todos los madrileños jodidos, osea todos, independientemente de su ideología, a mis ojos, lo ha humanizado.
Y ya acabo. Espero que cada uno haga un mínimo esfuerzo de humanización de sus personajes odiados favoritos del mundo de la política y que participe en esta propuesta mencionando el personaje diana de sus exabruptos y describiendo algún acierto del mismo.
P.D.: Livingstone, algunos echamos de menos tu capacidad para el análisis y tus intervenciones profesorales. Anímate y participa, coño, que para salir de esta cuanto antes vamos a tener que usar toda la inteligencia colectiva que sea posible.