Son jóvenes, han terminado novela, tienen otro trabajo o algo que se parece a uno, aceptarán un anticipo muy bajo –ni mileurista- por la publicación de su escrito realizado a ratos libres. Peinarán el mapa de librerías y centros culturales del país defendiendo su novela. Además, se autopromocionan en las redes sociales y no tienen agentes que les representen. Los jóvenes escritores españoles son una ganga, son el producto más “competitivo” de la marca nacional.
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