Dejé Alemania en mayo de 1939 y me evacuaron junto a otros niños a Inglaterra. Mis padres, que eran judíos, lo decidieron así para mantenerme viva. Y los ingleses realmente me salvaron. Alguien se puso en pie para ayudarme. Y me rescató. Me siento en la obligación de hacer lo mismo con la población de Gaza, que vive en la cárcel más grande del mundo. No pueden salir de allí y si lo intentan les disparan. No puedo consentirlo.
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