Hace años tuve la fortuna de conocer a Ramón, un policía nacional que rezumaba bondad por los cuatro costados. A veces me viene a la cabeza la pregunta de qué puede estar haciendo Ramón cuando le toca operar como antidisturbios. En tal caso, o bien le sangrará el corazón o se habrá hecho objetor y llevará ya tiempo fuera del Cuerpo o visitará dos veces a la semana a un psicoanalista
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