El ochenta por ciento de la plenitud sexual (¡y de la felicidad!) depende de nuestra capacidad para conversar con nuestra pareja. Cariño, la próxima vez que me la chupes, méteme el dedo en el culo. Sí, me gusta. ¿Por qué no te lo había dicho antes? Porque desconocía el principio de mediocridad sexual y ahora que lo conozco quiero una vida sexual más real y más honesta.
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