Aunque las pretensiones del príncipe son pasar desapercibido, sus usos y costumbres de multimillonario han permitido seguirle la pista. Ha alquilado sólo para él un cine del centro de la ciudad. Ha llegado a la capital barcelonesa a bordo de un gigantesco yate. Ha alquilado entera un área de ocio en la zona del Fòrum y se ha cerrado para él una conocida librería barcelonesa.
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