Sittman y Pitt desarrollaron una máquina de juego en 1891 que fue un precursor de la máquina tragaperras moderna. Tenía cinco tambores con un total de 50 caras de cartas y se basaba en el póker. Esta máquina resultó ser muy popular y pronto muchos bares de Nueva York tuvieron una o más de ellas. Los jugadores insertaban una moneda de cinco centavos y tiraban de una palanca, lo que hacía girar los tambores y las cartas que sostenían para conseguir una buena mano de póker.
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