Es un lugar común en los mentideros de la educación y en conversaciones sobre esta que el prestigio de la profesión docente anda, cada vez más, por los suelos. Es ese tipo de meme que resiste incólume la prueba de la realidad. Por tanto, quien no quiera que los datos le echen a perder una rotunda opinión, que no siga leyendo. Pero, si no es así, quizá quiera bucear en la evidencia reciente.
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