Más allá del líquido explosivo e inestable al que es mejor no agitar, descubierto en 1846 por el químico italiano Ascanio Sobrero (quien por cierto tenía la cara cubierta por cicatrices debido a una explosión sucedida en su laboratorio), la nitroglicerina en píldoras, espray o en parches, lleva más de un siglo siendo usada como un fármaco efectivo contra la angina de pecho. Obviamente, las dosis que se suministran son diminutas, y además van diluidas en material inerte por lo que no son explosivas en absoluto.
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