Esta especie invasora introducida en los 70 para la pesca deportiva se ha convertido en un quebradero de cabeza para las administraciones. Aparte de su voracidad, se reproduce muy rápido: es capaz de poner más de 300.000 huevos y puede vivir hasta 40 años. Se ha extendido por muchos de los ríos, incluso en el Guadalquivir, donde preocupa su presencia cerca de Doñana. Ya ha hecho mella en las poblaciones de luciopercas o albures. También se alimenta de cangrejos, de carpas, barbos, bogas...
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