El gobierno de Mariano Rajoy barajó la posibilidad de ocultar los primeros episodios de acoso a ciertos miembros del Gobierno y del PP, para evitar el “efecto contagio” que, según fuentes gubernamentales, abonadas a esta tesis, ha llevado a la escalada de escraches, que afecta fundametalmente a dirigentes populares. De hecho, según estas misma fuentes, el más firme partidario de silenciar, en un primer momento, los escraches en domicilios de drigentes del PP fue el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.
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