Carl Herickhoff y su equipo de bioingenieros diseñaron un catéter ultrasónico que pueden insertar dentro de los vasos sanguíneos más grandes del cerebro y realizar dos funciones esenciales: suministrar imágenes tridimensionales de movimiento en tiempo real, y generar aumentos de temperatura en puntos muy específicos. El aumento de temperatura sería de alrededor de cuatro grados Celsius por encima de la temperatura normal del cuerpo, suficiente para fundir los liposomas, pero insuficiente para dañar los tejidos circundantes.
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