Sobre el papel, era un buen plan. El problema es que el mercado local se adaptó a las capacidades económicas de esos nuevos vecinos olvidándose de los paupérrimos salarios y poder adquisitivo de los propios portugueses que no podían permitirse ni alquilar una vivienda. Y pasó lo que tenía que pasar: los jóvenes portugueses están abandonando Portugal.
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