Tal como me dijo una vez G. Gordon Liddy, el ayudante del ex presidente Nixon, el problema con las conspiraciones gubernamentales es que los burócratas son unos incompetentes y que la gente no sabe tener la boca cerrada. Las conspiraciones complejas son difíciles de llevar a cabo porque es mucha la gente que quiere su cuarto de hora de fama. Tanta que ni los Hombres de Negro darían abasto. Cuanto más elaborada es una conspiración y más gente está envuelta menos probabilidad hay de que sea cierta.
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