Él no tiene banderas que le aguarden a la puerta de la prisión de Puerto III (Cádiz), ni amigos que le ayuden a taparse el rostro, ni compañeros de juventud que se echen a la calle o brinden por su puesta en libertad. Aunque no figura en ninguna lista pública de terroristas de ETA, asesinos múltiples o violadores que se beneficiarán de la reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a él también se le aplicó la ‘doctrina Parot’.
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