No es ningún misterio que los bazares regentados por ciudadanos orientales son un cajón de sastre en los que el consumidor pueden encontrar casi de todo y a precios anteriores a la llegada del euro. El 'casi' es importante, porque no todo está permitido. Por ejemplo, los establecimientos conocidos como 'todo a cien' no tienen patente de corso para colocar en sus estanterías material pornográfico. Para eso hay otras tiendas debidamente acreditadas
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