Soltar la vejiga en la calle cuesta al que sea cazado in fraganti nada más y nada menos que 150 euros. Pero la dificultad de sorprender a los infractores con las manos en la masa hace que la Policía tenga doble trabajo, primero vigilar las zonas más problemáticas y después acertar con la hora justa para ser testigos de cómo el individuo o individua micciona para poder abrir el expediente.
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