En veinte días, J. C. L. P., un vecino de Santander de 36 años de edad, ha sido detenido dos veces por hacer lo mismo: huir de la Policía para eludir un control, a toda velocidad por la carretera, saltándose semáforos y poniendo en peligro a peatones y al resto de conductores. La primera vez iba borracho y drogado. Esta segunda, como los agentes ya lo conocían, no hizo falta arriesgar más de la cuenta para interceptarlo. Lo esperaron en el camino de su casa.
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