Mientras estaba allí, una mujer se dirigió a un policía: «Necesito entrar, mi hija está ahí dentro y quiero saber si está bien». Él le indicó que se apartase, y ella insistió en que si al menos podían decirle si estaba bien. De repente y sin previo aviso, el policía la tiró al suelo y empezó a golpearle en la cabeza. Me dirigí hacia él, le dije que si había hecho algo malo que la arrestase, pero que eso no era necesario. Amenazó con detenerme, le enseñé mi acreditación de observadora legal, pero volvió a amenazarme y me lanzó contra la pared.
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