Medio centenar de nudistas abarrotan el arenal, «y cada vez vienen más, los domingos son horribles», dice Mari, una usuaria asidua a esta playa y que reivindica su derecho a estar como Dios la trajo al mundo en la playa. Ellos no entienden por qué los textiles -así llaman los nudistas a la gente que va a la playa con bañador- tienen derecho a entrar en los arenales nudistas y ellos no en el resto: «No es lógico. Es como si tuviéramos que escondernos de algo que todo el mundo tiene», explica Mari...
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