Estamos en una maravillosa tarde de enero que nos permite un paseo por la playa a quienes tenemos la fortuna de vivir cerca del mar. Este mismo pensamiento lo tuvimos varios grupos de personas: familias, pandillas, parejas... y gente con perros. La mayoría de estos últimos cuidando de que su o sus canes no molesten a nadie, llevándolos atados, excepto cuatro jóvenes veinteañeros con tres perros grandes que corrían sueltos y con entusiasmo bien lejos de sus dueños.
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