Ocurrió en 1989. Felipe González amenazó en privado y ante personas de su confianza con dejar el Gobierno. No aguantaba más. Quería marcharse para llevar una vida tranquila. Fue entonces cuando el empresario Enrique Sarasola, íntimo amigo de González, se puso en movimiento. Reunió a varios inversores de su confianza y les comentó lo que sabía: -- “Felipe González quiere marcharse del Gobierno y no tiene un duro. Vamos a comprarle un piso”.
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