No cabe duda que las apariencias engañan. A primera vista, cualquiera diría que estos retratos provienen de la mano de un gran maestro. Sin embargo, no es así. Los varones bien saben que el arte es propio de la fémina. Ellas son la madre tierra, sumergida en paz innata, allí flotan y dan la pincelada suave y delicada, propia de la Venus. Si no son más famosas que Leonardo es por que los varones les arrebataron su libertad para serlo.
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