Sin entrar en la operativa de la compañía, que se va a llenar de activos hasta reventar, antes de que termine el año, y cuya trasferencia va a animar el deprimido sector de la notaria, la Sareb nace con los vicios básicos de siempre y que empiezan con la composición de su consejo de administración en donde se mezclan profesionales que se ajustan a lo aconsejado por los códigos de buen gobierno con otros a los que “hay que colocar”
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