La interpretación vulgar que se le suele dar a la afirmación de Descartes “pienso, luego existo” (también citada en latín como “cogito, ergo sum”) es que tal frase es una apología del pensar. En otras palabras, que el filósofo francés creía que el hecho de ejercer el pensamiento nos dotaba de entidad. Aunque la interpretación es bonita, no es la que el autor racionalista pretendía. Descartes vive en un contexto filosófico e histórico complejo...
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