Mario extiende la mano y se presenta a bocajarro: «Hola, nosotros somos los malos y no tenemos sensibilidad.» El sarcasmo lo redondea su compañera Sonia, tras los besos de rigor, con una disculpa no solicitada: «Es que nosotros sólo somos unos mandados encorsetados al mandamiento judicial, el último eslabón de la cadena. Y aunque no nos guste, hemos de hacer cumplir la ley que nos marca un juez.»
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