En la carga, varios policías blandiendo sus “defensas” bajaron la calle persiguiendo a algunos de los concentrados, fue entonces cuando se encontraron de frente con Luisito que volvía de comer con otros compañeros, y lo arrollaron, y lo tiraron al suelo esposándose las manos a mitad de la espalda, y lo golpearon hasta el punto de pegarse a veces los policías unos a otros… Luego, en el calabozo, los maderos terminaron la “faena” y continuaron golpeándole hasta que del cuello para abajo no quedó un centímetro cuadrado de piel sin marcar…
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