Cientos de hombres desembarcan cada diez años en el islote de Guañape Norte, frente a las costas de Perú. ¿Su objetivo? Recolectar el guano, un abono natural compuesto por los excrementos secos de las aves marinas que allí abundan. Antaño este estiércol fue tan codiciado que su explotación desencadenó la guerra hispano-peruana de 1864. Recogerlo hoy sigue siendo un trabajo muy penoso.
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