Cuando sufres una agresión como la de Ester Quintana, que ha perdido un ojo a causa de una bala de goma disparada por los Mossos d'Esquadra, un nuevo camino, largo y tortuoso, se abre ante ti, y no tienes más remedio que emprenderlo. Por un lado está el drama personal: perder un ojo es muy duro, el hecho de no ver genera dificultades en la cotidianidad y también miedo; miedo de no ver algo y hacerte más daño, miedo a que le pase algo al único ojo que te queda.
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