Las prácticas de la agricultura intensiva agotan los suelos fértiles: estos productores aran menos, dejan crecer 'malas hierbas' y abonan con ganado para restaurar el terreno y adaptarse así a los efectos de la crisis climática, como las sequías. Según las últimas estadísticas oficiales, en España se pierden cada año 543 millones de toneladas de suelo fértil, con un tercio del territorio sufriendo una erosión “grave o muy grave”.
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