Rodrigo Rato duerme a pierna suelta bajo las estrellas de Mallorca. Antes se echaba la siesta encima de la banca y ahora ronca sobre bancos de peces que juegan en el mar. Disfruta, se revuelca en impunidad mientras los preferentistas se ahogan en el tedio. Lo hemos visto bostezar ante los paparazzi. Parecía un león; y yo les juro que vi un poco de jubilado enganchado entre sus dientes.
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