La polémica llegó cuando hackers rusos editaron el firmware de la Canon 300D (para entendernos, su software interno), activando muchas de las características que la diferenciaban de la 10D, dejando las diferencias sólo donde el sentido común decía que tenían que estar: en los elementos más físicos y mecánicos. Entre las posibilidades que se destaparon estaban la selección del modo de autoenfoque, el modo RAW+JPG o el bloqueo de espejo.
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