En Tonciu, un pueblo de Rumanía, los vecinos más jóvenes solicitaron al Ayuntamiento la construcción de un campo de fútbol. Los responsables accedieron a la petición, pero se encontraron con un grave problema el lugar elegido para acometer la obra. En la zona escogida había plantado un árbol. Y no un árbol cualquiera, sino un roble de dimensiones considerables fruto de sus más de 150 años de existencia.
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