Según avanzaba la Segunda Guerra Mundial, y conforme el III Reich se sumía en la desesperación, empezó a tratar a algunos prisioneros de guerra de los aliados como hacía con los soviéticos, especialmente, si estos prisioneros eran de las unidades de élite que le estaban asestando los peores golpes a los alemanes. Es el caso de 47 prisioneros aliados anexados a la SOE, oficiales jóvenes, que llegaron a Mauthausen encadenados el 5 de septiembre de 1.944, procedentes de prisiones de Holanda y Francia; suceso del que fue testigo Juan de Diego.
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