En esta situación surgen personas e iniciativas que proponen que la solución pasa por conseguir primero la unidad de la izquierda. Aunque nunca en décadas ha habido un consenso tan amplio sobre la necesidad de radicalizar la democracia, los derechos sociales y políticos, lo que está en declive es el imaginario clásico de izquierdas. El problema en si no es la unidad sino el discurso en torno a ella porque es el espacio de un chantaje. Las experiencias más exitosas desde el 15M han avanzado sin pararse a buscar un consenso unitario.
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