Vivir para trabajar o trabajar para vivir. A veces esta disyuntiva se nos aparece en forma de reparto de tareas extraordinarias. Una escena que se repite en multitud de trabajos del mundo es que, ante una plantilla insuficiente, alguien tendrá que “pringar” unas horas después del horario oficial, renunciar a un fin de semana, sacrificar las fechas de sus vacaciones para que elijan antes otros, etc. Es entonces cuando los trabajadores con esposo o hijos parecen ganar la partida.
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