Mientras los censores trasquilaban las películas sospechosas de atentar contra el régimen y la moral, Francisco Franco gozaba con la exhibición de estos filmes, sin cortes ni añadidos, en el Palacio de El Pardo, la residencia oficial del dictador. De la selección se encargaba su esposa, Carmen Polo, y entre los asistentes a las proyecciones privadas figuraban algunos prebostes de la dictadura, como Carlos Arias Navarro o Luis Carrero Blanco, así como sus señoras.
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