Woody Allen recomendó a Paul Auster visitar Albiñana, un lugar, le explicó, «pequeño, lleno de magia, una caja de sorpresas, donde todo cabe, donde todo está a la vista, donde los objetos de la realidad parecen de ficción». Y le confió casi en secreto que él mismo había adquirido una visera en aquella minúscula tienda con nombre imposible de pronunciar por esa eñe tan típica del español. Una visera de pana marrón claro con la que ha podido vérsele en numerosas ocasiones desde entonces. Dentro de poco tiempo, Albiñana cerrará sus puertas.
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