La pasada semana se han conmemorado como cada año por estas fechas los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Cada agosto nos hacen reflexionar sobre el poder de destrucción que el hombre ha llegado a poseer y nos felicitamos por haber aguantado más de sesenta años sin desaparecer de la faz de la tierra después de aquello. Y no es porque hayan faltado oportunidades, no crean. El poder nuclear una vez descubierto es un recurso fácil al que acudir cuando las cosas van mal, y no está exento de accidentes...
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