Cuentan que un día, Calvin Coolidge y su mujer visitaron una granja. Ella se interesó por la frecuencia con que copulaban los gallos, a lo que el granjero contestó que decenas de veces al día. "Por favor, dígaselo al señor Coolidge" dijo ella. Cuando él fue informado preguntó: "¿Y siempre con la misma gallina?". "Oh, no, cada vez con una distinta" le respondieron. "Por favor dígaselo a la señora Coolidge" contestó él. Desde entonces, el llamado efecto Coolidge se refiere a la tendencia del macho a excitarse ante la aparición de una nueva hembra
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