“¿Acaso eres un gallina?”; “Estoy sin blanca”; “Pero, ¿qué demonios…?”; “Cretino engreído”. Y un largo etcétera. ¿Alguien se imagina hablar así en la vida real, en el día a día? De acuerdo, admitamos que si te pones a doblar una película americana no puedes utilizar expresiones como “para ti la perra gorda” o “cóbrate chato, que tengo prisa”, porque chirrían. Nadie se imagina a Bruce Willis diciendo “me cago en todo lo que se menea” después de un tiroteo.
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